dimanche 17 janvier 2016

Carta a Mencía desde mi imperfección

Suéltale, niña, a la abuela
ese collar de bolitas
tan blancas
que te llevas a los labios.
No son gotas de leche
ni de nata
que te regala tu madre
cuando al borde de la cama
te amamanta.
Son recuerdos de la mar
que las ostras y la arena
nos regalan.

Hipnóticas pero alegres
relucen y te acarician
la mirada
y tus manitas curiosas
le arañan el cuello para
agarrarlas
No tires tan fuerte, niña,
que puede romperse el hilo
que lo aguanta
ese collar de perlitas
que si acaban en tu boca
te atragantan.

¡Milagro tan generoso!
Te contaré en dos palabras
como nacen:
En el vientre de las ostras
pon un granito de piedra
de los mares
la pobre animal molesta
lo recubrirá de nácar
tan brillante.
Otras joyas más preciosas
lunas soles amanecen
de otras madres.


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