dimanche 20 mars 2016

Carta a Mencía desde la Primavera

¿Oyes, mi nena, qué alegre canta
el aire fresco de marzo verde?
La primavera, cuando se avanza,
se asoma al borde de los laureles.

Mira, hija mía, el vuelo altivo
de golondrinas y mirlos nuevos,
la primavera, llena de trinos
se asoma al filo de los jilgueros

¿Hueles el viento que trae del sur
dulces perfumes, nena, de flores?
Ondas de azúcar, ronda de olores.

Y ahora, mi niña, ¿qué sientes tú?
Tu piel, tu risa, tu sangre entera,
¿cómo te altera la primavera?


samedi 12 mars 2016

Bisiesto

Tiene entre sus manos una carta escrita
con papel de nube y tinta de laurel
Se la mandó el viento cuando ella, dormida,
soñaba en sus sueños que estaba con él.

Recibió la carta una noche sin luna
cuando a su ventana la quiso traer
El sello de estrellas costó una fortuna
y el sobre de olores lo pagó un Dibel

Y decía la carta escrita por el viento
con letra de sueño, sueño de mujer:
"Te camelo, siénteme como te siento

y deja mi aliento volar a tus pies"
Y él de un beso bebe la carta de nube,
dice "Te camelo" y a su sueño sube.

Fin de curso

Ruido voces voces risas
Besos "¡hola, aquí hay asiento!"
las luces bajan muy lento
El telón se abre sin prisas.

Llega una madre muy tarde
se empuja una fila y protesta
La gente aplaude una puesta
en escena con alarde.

Entra en silencio una reina
de seis años y un disfraz
Y en otro disfraz se peina

una princesa incapaz
de hablar si no es de perfil.
¡Viva el teatro infantil!

lundi 7 mars 2016

Agua

¿Tu último sueño?
Ser agua

¿Agua del mar
salada y jonda
que arrasa y joconda
sostiene al navío?
No, no mar bravío

¿Agua del río
que fluye y corre
mutante y fresca?
No, no agua de pesca

¿Agua de lluvia
celeste y nueva?
No, no agua que llueva

¿Agua del pozo
profundo y negro,
licor de tierra,
zumo de fuego?
No, no agua que se beba

¿Agua en gotitas
que van del ojo 
por la carita?
No, lágrimas tampoco
...
Escucha
soñé con ser
sobre tu piel
agua de ducha.

A Herse, jartible 

Cuarentena

Se fue el sol llegó la lluvia
se hizo gris lo que era azul
dejamos nuestra escritura
yo la pena; razón, tú.

Que sea la nube triste
sin ser cierto, sí es posible
misterio opaco que cede
o al verano o a la nieve

La esperanza que nos guía
va templando el agua fría
y hace versos con las gotas

Cuando acabe el chaparrón
te cantaré mi canción
de alma alegre y grises notas

Brújula

Ni Dios me para en este viaje
Yo marinero y tú mi barquilla,
ni Dios me para, eres mi equipaje,
mi norte y sur, mi viento y mi quilla
mi brújula fiel, mi loco arcángel,
yo el embrujado y tú maravilla.

Gorrioncito

Hubo ese momento hermoso
de silencio tibio y tierno
cuando el corro de los críos
en un redondel de nido
se fijó como el invierno
en el patio gris y frío

Hubo ese minuto eterno
con veinte ojos embobados
descubriendo que lo vivo
no lo es tan definitivo
al ver un pájaro que ayer no
yacía en el suelo helado

Gorrioncito bautizado
post mortem después de muerto
para de un común acuerdo
ser dignamente enterrado

"Ponlo al pie del abedul"
dijo Rosa con diez años
"¡Cuidado, que le hacéis daño!"
y Ana dio una caja azul.

Rodrigo le hizo una cruz
con un lápiz y una cera
Y Carmen colgó a su vera
espejitos "que den luz"

Y alegre más que con calma
levantó el dedo Sofía:
¡en el árbol se mecía
no el gorrión sino su alma!

Se reían los adultos...
¿Quiénes coño se han creído?
¡Viva nuestro pajarito
y la libertad de cultos!

Pascua

Salieron del exilio
con Faraón llorando
por la muerte de su hijo
con Egipto sangrando

Salieron centenares
por la arena caminando
mirando atrás algunos
por lo que iban dejando

Salieron altos, fieros
con mujer y rebaños
con tradiciones nuevas
y con Moisés al mando

Salieron y tardaron
perdiendo en el desierto
más de cuarenta años
generación perdida

Ellos diez mil, yo aislado,
Y tardo el mismo tiempo
en llegarte, mi vida,
mi tierra, mar y cielo,
mi risa prometida.


Éxodo

Y así hora tras hora, día tras día tras día, paso a paso hasta reventar, pero no reventando, porque el horizonte a cada paso se alejaba de su punto de partida, caminaba haciendo huellas, huellas y camino andando, caminaba y avanzaba.

No cabizbajo sino humilde, bastón en mano y verso en boca, pie ligero y con pie firme. La barba blanca es lo de menos, la edad no cuenta, cuenta el alma y su alma seguía siendo verde como la rama del romero, blanca como escarcha virgen, verde como savia de un olivo joven. En la mirada una imagen, resto de una fotografía, y en el corazón un nombre.

Año y año y año y siempre adelante, sin ver el tiempo que cruza los huesos, sin sentir los huesos cruzando el tiempo, con los ojos y los sentidos todos puestos en un afán,
tierra prometida o tierra perdida, tierna promesa de un retorno ardiente. En los labios un canto, ritmo y melodía arcaica, compás complejo binario. Verso y rima y arte. Tragedia heredada.
Desde la Jerusalén ruinosa hasta los confines de una diáspora abstracta.
Suena lloroso un violín, una pandereta suena, un clarinete llama. Y un arcángel sobre las canas danza.

Soy como ese viejo judío errante que lleva su medalla al cuello. Mi Edén queda casi olvidado, mi Paraíso espera bajo una cruz cristiana y un baluarte musulmán.

Atrás muy atrás como colgado del tiempo, repica igual el recuerdo de un jardin escondido que una campanita en forma de delfín griego. Repica el souvenir y pica el llanto de siglos inundados en el rastro cósmico y real, en el cálculo de años luz que separan dos hitos de carne y sangre, el primero parturiente de inicios de un invierno, y este último inverso y freudiano, en que un ser completo pretende volver entero al interior de un seno esta vez elegido.

Medio siglo en tierra, el hombre lo celebra. Siete ciclos, siete, de siete revoluciones, ha vivido el cuerpo dócil que un nuevo ciclo empieza (hice anoche un cálculo: he recorrido entre esos dos hitos más de 150 mil millones de kilómetros en el espacio. Los que más me han dolido fueron los dos mil que me separaron de mi pueblo) empieza un ciclo nuevo. Quiero bajarme de esta tierra y seguir a una velocidad de humano.

Soy como ese viejo judío errante que cada país expulsa, y avanza sin rumbo en tierra porque sabe que su reino está en manos de algo más grande y más opaco y más inútil y más bello quizás, que las renuncias y los odios y los podios y las ganancias mezquinas.

No soy yo parte del mundo, soy el mundo y no aparte. Comparto una llama viva que quiere brillar entera y busca el cirio y la cera, busca el kyrie y el santo, la oración bruta y el canto. Busca la mano amiga y el vientre que quiera acogerla y que la multiplique en sonrisas y carnes nuevas. Llama que llaman diosa o amor o ADN o fuerza. Yo la llamo por tu nombre en secreto como un tetragrama en perpetuo movimiento.






Brun de Chanel

Ay Salomé Salomé
¿con qué te lavas el pelo,
que huele a rón y a café
con gotas de caramelo?
Ay mírame, déjame
que me ahogue en tu melena
a la orilla de tu frente nadaré
y al faro de tus ojos me salvaré
yo indiano y tú nazarena
Salomé
Dibuja en sus ojos
balsas egipcias
y soles rojos
en sus labios pinta

Ay Salomé Salomé
reina de la Judería
cuando un gitano te ve
pasear con tu alegría
Ay! se le va, Salomé,
por la santa Magdalena
un quejío por la pena que un dibé
le ha clavado en medio del pecho calé
él gitano y tú morena
Salomé
Dibuja en sus ojos
danzas egipcias
y desiertos rojos
en la mejilla

Ay mátame Salomé
como hiciste con San Juan
voy sin cabeza y sin fé
por las cuestas de Yayyan
Ay mátame o quiéreme
tus ojos son mi condena
mi turbante de rey moro tiraré
mi capa será alfrombra para tu pie
yo loquito y tú serena
Salomé
Dibuja en sus ojos
balsas de vida
y en sus labios rojos
mi vida pinta



Con "C" de Catalina o de Cecilia

Pasa delante de su ventana cuando riega sus macetas. Dice "vente conmigo al río" y le dice "¿contigo? Y dice: "conmigo, que me vuelves loca y soy feliz contigo" Y le dice: "y qué haremos, las dos, sentadas al borde del agua?" Y dice :

"Te enseñaré a saber mirando
la corriente por encima
si está profundo el fondo
o si hay piedras y arena

Te enseñaré dónde nadan
entre dos aguas las truchas
cerca del borde verde
bajo las ramas oscuras

Te haré ver cuánto refrescan
las gotas que te salpican
al paso de un pato alegre

Y si el sol es duro y quema
tu piel de seda tan fina
nos bañaremos silvestres"

Y le dice:
"Vámonos al agua
vamos al río
vamos a la playa
quiero irme contigo
a mojarme el cuerpo
y sentir el frío
y que el sol me seque
y tú al lado mío"



vendredi 4 mars 2016

El olvido efímero

Nadie había visto abierta la puerta de la casa desierta que había al fondo de la huerta. La llamaban "de la Muerta". Las ventanas cerradas a cal y canto, las paredes y tapias tapiadas por redes de yedra y rosales silvestres que urdían no un encaje de bolillos sino un encaje con bolillas de muérdago. Un manto de verde natura cubría el tejado y la estructura de esa casa desierta que había al fondo de la huerta. La llamaban "de la Muerta" y nadie había visto abierta la puerta.

Hacía sol. Había luz, había vida en las ramas florecidas de los manzanos. Vapor pegoso y gris subía del río. Tocaba el estío a su fin, era el fin, sí, del verano, y el aire fresco y temprano respiraba vida y luz.

Caminaba la nena, un bocata en la mochila, un pañuelo en la melena, y en la mano un ramo verde de manzanilla y yerbabuena. La cantimplora en la espalda le daba campanadas. Zapatillas de deporte, vaquero color azul, camisa de cuadros rojos, se le llenaba la mirada de trigos y de cebada, de frutos y flores, de campos, hierba y arena, de tierra seca y olores que perfumaban la senda, donde anticipando los calores iba caminando la nena.

Se paró un momento, cogió un palo, y mirando al suelo y definitiva trazó una equis. "Hoy", murmuró. Y a la izquierda de la primera trazó una segunda equis, y dijo : "Ayer". Y otra a la izquierda aún. Y fue trazando equis, tantas cuantos días llevaba de viaje. Decidida y concentrada. Llevaba treinta trazadas y dibujó un cuadrado y sobre el cuadrado un triángulo : "Mi casa", murmuró. Levantó la mirada al horizonte y así en pie, con una mano sobre el palo, parecía un pastor íbero, o un príncipe romano. Su pecho de hembra magnífica la dibujaba en presente, pero su mente ausente, su mente... Su mente se paró un momento.
"¿Dónde vas, niña del alma
dónde vas, sola y sin miedo?
Vuelve, que te espero en casa,
vuelve, que en casa te espero"

Regresó al presente la mente ausente y rechazó una lágrima. Miró al suelo, vio la casa y con el pie borró el dibujo, borró el cuadrado y el triángulo, borró las treinta equis. Se levantó un poco de polvo, un poco de tierra; sacó la cantimplora, bebió un trago, humedeció su garganta y su boca entera, pasó su lengua sobre sus labios rojos, se convenció de que era ella, se quitó el pañuelo, se limpió los ojos, y con la melena ya suelta y ella toda resuelta, se echó a andar.

El agua en la cantimplora cantaba más fuerte que las nostálgicas coplas que hacían eco en su frente. Estuvo andando y anduvo estando, parándose a ratos y a ratos saltando. Ignorante de órbitas y carreras estelares, percibió una sombra más corta, sombra que en suelo le escribía que iba llegando el mediodía. No fue pereza, fue disciplina : la nena decidió pararse y sacar de la mochila el bocata, la cantimplora, una libreta y una pluma de tinta china. Buscó sombra y se sentó. Se apoyó sin darse cuenta, en una puerta cerrada y cubierta por un manto de verde natura.

Relajó su musculatura, y de aperitivo masticó una hoja de yerbabuena. Rajó el cielo un vuelo extraño de cigüeñas : a destiempo parecían dirigirse al Sur. Cerró los ojos como para irse con ellas, y con la menta en boca y la mente ausente, volvió a escuchar el canto insistente :
"¿Dónde vas, niña del alma
dónde vas, sola y sin miedo?
Vuelve, que te espero en casa,
vuelve, que en casa te espero"

****

Un cuaderno, una mochila, una pluma con tinta china, una cantimplora medio vacía y ... poco más : eso había delante de la puerta que no se veía y que nadie había visto abierta. Pasó el día y la noche y al día siguiente otro día y otro día y otra noche... Y el otoño cambió el verde en ocres y rojizas rojas hojas cayeron al suelo y con el invierno más tarde de nuevo se vio la estructura, el tejado de esa casa oscura al fondo de la huerta. Tenía un nombre esa huerta y esa casa, tenía un nombre también la nena, ésa del pañuelo en la melena y de un sueño en la mirada.

(a mi compañera Raquel Aranda Zafra, amiga de secretos)


Él un dandy y yo un novato.

Me sorprendió el ladrido de un pastor alemán que custodiaba -eso dicen- la reja de los vecinos. Como un autómata recién activado miré por la ventana del saloncito que yo mismo había transformado en despacho.

Luz bella y sombras grises a lo lejos, y aquí cerca un patio hasta hace poco abandonado. Árboles jóvenes envidiaban la altura de una palmera que anunciaba al viajero mi nuevo hogar. Siguió ladrando el can y la palmera creciendo un rato. No sé en qué pensé pero acabó mi pensamiento en un silencio. Me di la vuelta y miré el cuarto desde la ventana. Había despegado los papeles pintados y dejado a la vista el yeso bruto que un amigo se empeñó en teñir de ocre... no sé si me acaba por gustar o si me voy acostumbrando. Los dos armarios de formica retornaron a la inexistencia de donde no debieran haber surgido jamás, y ahora dos amplias bibliotecas de olivo y pino corrían por las paredes y se hacían frente. Y frente a la ventana allá lejos frente a mí a una distancia infinita de cinco pasos, la puerta. Alfombras sobre alfombras por el suelo daban un toque oriental y nómada a lo que desde hace poco llamo "mi despacho". Y un despacho efectivamente ejerce su oficio de escritorio a la luz de la ventana. Una butaca única, huérfana y desparejada, esperaba algún cuerpo que se sentase a discutir relajado conmigo, en caso de que yo estuviera sentado escribiendo. Casi sillón, más que silla, pero sin relleno ni cojín, con finos brazos de olivo tallado, un asiento me tendía su estabilidad en un convite lógico. Respondí en ese instante de manera positiva y me fui a sentar.

Delante de mí había dispuesto unos cuadernos vírgenes, y varios tipos de lápices y bolígrafos. Me extrañó la ausencia de teléfono y de ordenador, y me agradó la luz sin piedad que me llegaba de la izquierda, mientras miraba la butaca enfrente.

Entró en ese momento sin su niña la que compartía mis días, mis noches y mis sueños. "Te gusta así?" y me dió un beso en el pelo, con su mano sobre mi hombro. No contesté, por no romper ese instante. "Mira, de esta botella sólo bebía él. A nosotras no nos gusta el brandy". La dejó sobre el despacho. La nena llamó a su madre desde otro lugar de la casa, y la madre salió deslizando lasciva sus pies sin ruido por las alfombras. Ella me daba con su amor su casa, con su casa una vida, y con su vida una memoria. Ella quería que me sintiera a gusto entre estas paredes que no he cementado yo, y en las que ahora apoyo mis libros como si me vistiera con un traje prestado.

Cerró la puerta tras de sí, con la dulce delicadeza de una musa que se sabe mirada y que deja en el aire turbulentas ondas de inspiración y onírica libertad para el artista. Eso hacía ella cerrando la puerta, confirmarme artista, autorizarme a que el tiempo sea cosas de otros y las formas y las realidades tomaran caminos relativos y mutantes. Igual hace quien echa mano del vino...

Hace poco me autodefinía poeta, y ella con benevolencia me creyó, por lo que no me hacía falta beber de la botella para embriagarme y recalificar la tosca realidad en historias y belleza. Pero una impulsión extraña le mandó a mi mano la posibilidad de abrirla y al menos llevarla abierta a mi nariz. 

"Nazarenos de Nazareth,
no de los que entre romanos pasean,
nazarenos palestinos, 
sortean un camello 
en un cruce de caminos.
Uno lleva al norte y otro
al este y al mar muerto
y el camino más abierto
lleva a la sagrada Sión
hasta el pie del muro del 
templo de Salomón."

¿ Sería tan fuerte el brandy que sólo con olerlo me llagaba esa voz desde recónditos pliegues de la inconsciencia? Percibí un destello en la butaca y siguió la voz:

"Colores de cepa bruta
en el fondo de la copa
Temores de tierra santa
los ocres que se le escapan
Y alcohol de exceso bíblico
del que condenó a Noé"

No era un destello. Cruzando las piernas y el cuerpo efectivamente relajado, un caballero sentado en la butaca admiraba la luz recia de la siesta a través de una copa en la que giraban tres centílitros de licor color de ámbar. Parecía que le hablara a la bebida misma.

"El sol jordano ha bañado
las uvas viejas y remotas
sublimadas en esencia
de regusto y Babilonias".

Me miró a los ojos con una sonrisa satisfecha, en absoluto altiva o despectiva, más bien cómplice, amable y distante por discreta. No lo saludé, ni le pregunté por dónde había entrado ni de qué derecho ni por qué razón estaba este hombre sentado en mi butaca. Me quedé observando si eran malicia o humor sus palabras. Entendí que me invitaba o desafiaba a expresar a mi vez lo que el brandy de la botella me inspiraba. Clavé decidido en su faz mi mirada juguetona, y acerqué a mi olfato la botella. Él habría hecho trampa, o algún truco de magia tribal y sugestiva, pues no cabían en mi mente otras sensaciones que las que con su voz me había dictado. 

Dije algo por inventar algo y por enseñarle a mi ladrón que yo también puedo ser poeta. Algo dije como:

"A la superficie
de este alcohol de bronce
delfines invisibles
te llevan y te esconden".

Se levantó mi invitado que nadie había invitado y se acercó a la ventana. Bebió un sorbo. "Me gusta" dejó escapar como si abriera un puño devolviéndole distraído la libertad a una mariposa presa. Me atreví : "¿Le gusta MI Brandy?". Me miró y mientras se esfumaba entre el yeso, los libros y las alfombras y dejaba en mis dedos su copa medio bebida me silbó: "Me gusta tu poesía".

Me dejó solo y helado, con mis libretas vacías y mi copa de brandy, él un dandy y yo un novato.


A Don Francisco Herrera Ruiz, poeta de Jódar


Carta a Mancía desde finales del Invierno

Peloncho, desplumado, despojado
¡Pobrecito arbolito deshojado!

Ea mi nana
Tarde o temprano
saldrán manzanas
de este manzano

¿vendrá sobre sus ramitas desnudas
algún pajarito a calmar sus dudas?

Ea mi nana
Tarde o temprano
saldrán manzanas
de este manzano

¿o refrescante y gris la lluvia helada
sacará brillo a su piel olvidada?

Ea mi nana
Tarde o temprano
saldrán manzanas
de este manzano

Es marzo. Dile que no se alborote, 
de cada yema sale un verde brote...

Ea mi nana
Tarde o temprano
saldrán manzanas
de este manzano

Y cuando lo peine la primavera
no habrá árbol más verde en la huerta entera

Ea mi nana
Tarde o temprano
saldrán manzanas
de este manzano