Maldigo el dinero. Maldigo
la herencia, el provecho, « esto es mío »,
maldigo al que acuñó en bronce
el retrato del emperador,
porque en la misma fragua
grabó a hierro y golpe
de yunque, a fuego y miedo
en las mentes de las vidas rosas
el camino único y sin alegría
que hace de la vida una ilusión.
Bendita sea la gaviota loca
y bendita la nube de nada y nada
porque elevan la mirada y hacen
de las ilusiones blancas y vanas
vías posibles para llenar las horas.
Benditos los sueños y los azares
porque escribirán poesía inefable
y con folios sueltos y voladores
sobrevivirán a las raciocínicas novelas
forjadas en sótanos de notarías.