bajo un mismo cielo de infinita luz
tu memoria y mis recuerdos
unidos por el tiempo
se sueñan compañeros de viaje
y se dan la mano por encima del polvo
Las maletas llenas de disfraces
se han perdido y sólo quedan
dos bolsitas de cuero fino
La primera lleva grabado tu nombre completo
cancion de cerro y metal labrado
y aún sabe a pueblo y a tomillo
La otra es lisa como la piel rosada y estirada
de un potro y apenas pueden distinguirse
unas iniciales escritas en lenguas de oriente
Viajamos ligeros para llegar antes
y es la distancia tal que nos perdemos
como dos antiguos traficantes
Mi memoria no soy yo, ni soy mi historia
Ni eres tú lo que el recuerdo acumuló en tu cuerpo.
Ondas sobran que nos unen
Hubo un día una explosión inmensa
que creó el espacio y la materia y el día mismo:
desde ese momento iba escrita
Iba ondeando a la superficie del cosmos
la base eterna que nos forjara un día
y tardó en hacerlo un segundo de doce mil millones de años
Y son tales recuerdo y memoria que guardan inscrito
con la densidad de un agujero negro
en la distancia el deseo de un beso
Vendrá un día, un día nuevo y milagroso
en el que tus labios y los míos como cuatro elementos
se unan y recreen el éter
se unan y recreen el éter
El día que nos besemos será un día de terremoto
temblarán las campanas y las vidrieras
y saldrán vapores de la calzada
Caerán de los techos de la catedral
piedras hipócritas y falseadas por los hombres
y se quedarán las verdaderas
Los vencejos nos verán y envidiosos y asustados
irán por los vientos repitiendo al viento
y llevando la noticia a los conventos
Temblarán, como temblarán las piedras,
mis pies, mis ingles, mis rodillas y mis huesos,
pero seguirá firme mi pensamiento.
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