mardi 29 décembre 2015

Tres cartas a Mencía desde la frontera

I
No existe el tiempo
No existe el espacio
La distancia es un invento
de los hombres del pasado

¿del pasado? pero entonces...
El presente es un engaño
El pasado es sólo un tiempo
de los verbos castellanos

¿Y el futuro? Sólo un sueño
Un deseo que te empuja
o un temor que a algunos frena

¿Existo yo? -me preguntas-
Fruto del amor eterno
eres, fuiste y serás, reina.

II
Te cogeré de la mano
un día que seas mayor
(yo risueño casi anciano)

Visitaremos, primor,
sin que tu mamá lo sepa
tieras nuevas de color

Castillos de verde estepa
Puentes azules, nieve,
y cuevas en la vereda

Al llegar la noche leve
con el sol ya medio tarde
me dejarás que te lleve

a la casa de tu madre
con un ramo de jacintos
para que no nos regañe.

Le contarás el paseo
las carrerillas y brincos
y las risas de los juegos.

Mientras creces y te crías,
la luna luce mil fuegos.
y yo voy contando días.

III
Es tarde. Salgo de España.
Dejo atrás a dos Castillas,
a Navarra y Vascongadas

Dejo atrás ya Somosierra,
y Madrid la Real Villa
¡Ay! y la Sierra Morena

Pero me cuesta dejar
tus risas y tus gritillos
agarrada a tu mamá
y a las faldas del Castillo.

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