Eran las cuatro
de un nuevo día
por la muralla
avanza lenta
la silueta
de una mujer
Blanca la cara
sin alegría
llevaba puesto
un vestido viejo
que la cubría
hasta los pies
En su regazo
medio escondido
envuelto en luto
guardaba un bulto
entre sus brazos
huesos y piel
Me acordé de aquellas niñas de mi calle
que aprendieron con muñecas a ser madre
y les cantaban nanitas nana nana
para que no lloren más
Y volví a mirar la madre en la muralla
con las manos por delante le enseñaba
ese fruto de su vientre a la alta mar
Agua
bonita y salada
recoge el regalo
que te hace esa niña
que no entiende ná
Agua
sírvele de almohada
que duerma tranquilo
ese corderillo
que descanse en paz
Hombre
cobarde y sin sangre
que te haces el ciego
cuando acaba el juego
y empieza el deber
Córtate ese trozo carne si te pica
pero deja que esa muchachita siga
jugando a ser madre con su muñequita
O aprende a ser hombre a tu vez
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